CONFESIONES
- Julio Gilberto Muñiz
- 11 jun 2024
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 12 jun 2024
De mi nuevo cuaderno "Confesiones"
El alma queda
De todo lo que queda
Poco queda para el recuerdo.
Un mendrugo que apenas muerde
Una pena que la devora
y algo de cielo de la otra vera.
De lo poco que queda
Algo queda para el camino
Unos cuantos sueños sin destino
Y una gota de existencia
Con aprensiones y sin paciencia.
De lo poco que queda
Algo queda para la noche…
Tal vez uno que otro reproche
Y unas rendijas de esperanza
En estas horas de mudanza.
De lo poco que queda
Algo queda del olvido
Y aunque nada se ha perdido
Solo el silencio queda
De la muerte que aún no llega.
Pero algo más queda
De lo poco que queda
En esta culminante vera
El alma queda… Invicta queda
Y en la misma vereda..
©Copyright Julio Gilberto Muñiz Caparó
De mi nuevo cuaderno: "CONFESIONES"
NUEVA VIDA
Los años se fueron sin darme tiempo
Para vivirlos a plenitud. Solo me queda
El sabor de la inquietud y un deseo irrefrenable
De recobrar mi juventud.
En el camino hice pausas… Derroché los años
sin medir andanzas y sigo clavado, sin remedio
en las sombras del olvido, sin la menor esperanza
de restablecer lo vivido.
Pero no todos mis recuerdos forman parte de mis penas
tengo en mis adentros la melodía escogida
del sonido de las quenas y el orgullo de mi sangre andina
trenzado en la hondura de mis venas.
Soy portador de aparejos para fortalecer con alegría
un cúmulo de redenciones y conquistar con valentía
el abrigo de la veracidad. Mi alma está preparada
Para ganar eternidad.
Y cuando arribe triunfante a la diáfana orilla del perdón
quiero sentir el poder del amor en los brazos divinos de la salvación
Acercarme quiero al Cristo salvador. Recoger la dulzura de su protección
Y vivir de la bondad de su calor.
©Copyright Julio Gilberto Muñiz Caparó
SABRÉ MORIR
Aunque comprendo para qué existo
Tal vez para morir no estoy listo
Esta vida me tiene muy ocupado
Y en mi muerte…recién he pensado.
Yo siento la plenitud de energías
Y albores que activan estos días.
Gozo del sol distante por el invierno
Y creo en el amor constante y sereno.
Yo quiero seguir en esta vida
Hasta que llegue la estampida
Y no haya nada más que hacer.
Con este anhelo de crecer
Necesito el fuego de mis leños
Para conquistar poder a mis años.
Quiero regar el rojo de mis venas
En el manto sacro de buenas arenas.
.
Y si fortalecer el árbol es mi tarea
Seguir quiero, sin pausa, la pelea.
Tengo en mis manos esta existencia
Y quiero cuidarla con preeminencia.
Yo sabré morir…cuando llegue el aviso
Y tal vez sea el único compromiso
Al que llegue con puntualidad
En el afán de alcanzar eternidad..
Partiré protegido por la noche…
La Luna me prestará su broche
Y aceptando las horas vividas
Dejaré en la tumba mis heridas
Mi alma, por fin, hallará el camino
En procura de su real destino.
Así, la muerte será el amanecer
De la nueva vida que creo merecer.
Sabré morir, cuando me toque
Respetando la misión del enroque
Y evitando las señales de padecer
Continuaré la ruta del acontecer.
Como si fuera un inmejorable día
Envolveré mi espíritu de osadía
Y saltaré de monte en monte
Hasta dominar el horizonte.
Yo sé que una mejor calle me espera
Con luminosa pista y ancha vera.
Felizmente tengo el alma afinada
Lista para despuntar en la cruzada.
Me aguarda un cielo de comprensión,
Compartiré con amor la compasión
Placeré horas de siembra y tranquilidad
De tolerancia, armonía y LIBERTAD
©Copyright Julio Gilberto Muñiz Caparó
EL ALMA DESPUÉS DE LA MUERTE
Morir es hacer una siesta franca
Sin atascos y en total silencio
Para despertar en la armonía
Donde la Luz se anida.
La muerte clausura los fueros amados
Y sueños tramados de toda una vida
Pero abre las puertas de un espacio
Poblado por la quietud y la paz.
La muerte, en solemne ceremonia,
Revoca la alianza de cuerpo y alma.
Los huesos recalan en la santa tierra
Y el alma se expande tributando amor.
La muerte inevitable, con la hoz en ristre,
Sin reparo alguno la vida arrebata
Pero no se lleva las huellas marcadas
De la fecunda existencia.
La muerte, infalible, sabe que la vida
Apenas te dura como un parpadeo
La muerte es severa, te quita el aliento
Pero no te impide el amor eterno.
Cuando la muerte arriba
El alma se agranda
Empinada triunfa, su libertad corona
Y se entrega a una vida que jamás se acaba.
©Copyright Julio Gilberto Muñiz Caparó
La postrera lágrima
(A mi Madre)
Su última lágrima brotó solemne cuando ya todo había concluido.
Giró preciosa, diáfana, transparente.
Parecía una perla vestida de luz,
Fruto del sentimiento humano;
Símbolo reluciente de la tristeza,
Ejemplo de congoja y conmoción.
En un par de vueltas depositó su cristalina figura.
Lo hizo en el primer surco marchito, sin resuello.
Una de las tantas grietas resecas que encontró en su calle.
Era la última gota del manantial de la estancia,
La extrema nota del Himno de la vida,
El puente roto de la esperanza fallida.
Tal vez su presencia de luminosa claridad
Pudo haber servido para humedecer
Aquella escalofriante aridez;
Pero ya era tarde para tal consuelo…
Sólo consiguió virar intacta y atravesar los tajos
Del cansancio de una vida inmaculada.
Y siguió su marcha indescriptible
Presidiendo su propia pena.
Arrastrando su propio duelo.
Con prístino candor se abrió camino
En el largo trecho de la mueca aciaga,
En esa mejilla que ya estaba yerta.
Esa lágrima era hija de la entraña madre;
Producto tierno de los sentimientos más fecundos;
Carísimo regalo ungido en el ocaso
Por una mujer que fue retoño de sabiduría y amor
Un ser humano que fundó familia,
Hizo Patria y mejor destino.
©Copyright Julio Gilberto Muñiz Caparó
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